Añoro aquel cielo limpio, ninguna tormenta
a vista.
Y veo la inocencia, incólume, en su campo
de flores.
La ternura sin ansias o temores, nada la contrista.
Un columpio, vuela al viento, la alegría
sin invasores.
Visiones de azúcar huyen por grietas de
la memoria.
Las alas del divino recuerdo sobre mi día
danzan.
Bailan en la mente los trechos felices de
la historia.
Yo dejo fluir ese hilo, filamento de añoranza...
...y escurre miel de aquella pureza que esfumó.
Inunda toda mi alma; indefensa la
melancolía.
Queda amortecida la agonía que me amargó.
Partes perdidas de mí revivo; el dolor se vacía.
Pero el río del tiempo no para; agua
caudalosa.
Extravía la atmósfera en que suspiré
encantada.
Guardo la risa en el cajón; retomo la vía
afanosa.
Otro día piso nuevamente esa senda azucarada.
Rosemarie Schossig Torres