Pensando en atraer más personas a este Blog abro esta nueva página, donde publicaré periódicamente un poeta consagrado. Disfruten!
Rubén Darío
Año nuevo
A las doce de la noche, por las
puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de
una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro
ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.
Más hermoso que un rey mago,
lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes
Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho
cual si fuese para
Salomón.
Sus pies cubren los joyeles de
la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una
ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho
resplandece la divina
Cruz del Sur.
Va el pontífice hacia Oriente;
¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora
viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue
toda por el arco
del Arquero.
A la orilla del abismo
misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa
de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo
corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón
azul del mar.
Cada flecha que dispara, cada
flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él
trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la
figura vencedora
del Arquero.
Al redor de la figura del
gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las
almas que se van,
y el ruido con que pasa por la
bóveda del cielo
con sus alas membranosas el
murciélago Satán.
San Silvestre, bajo el palio de
un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene
en los umbrales
mientras himnos y motetes canta
un coro de laúdes
inmortales.
Reza el santo y pontifica y al
mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo y su
brazo abarca el arco
y el Arquero.
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