
Yo reparto sueños en el vergel.
En terreno del incierto lo planté.
Y alegrías siemprevivas sembré
en huertas de días tristes, de hiel.
Rosa abierta en la agonía se radicó.
Pétalos blancos, de paz, brotaron.
Esperanzas, en ramas, medraron.
Un jardín, adobado en fe, prosperó.
Culpa de esas perpetuas, temosas.
En un suelo agreste van floreciendo.
Amenos tropiezos; casi sonriendo.
Ya no temo esas rutas espinosas.
Tal cual un heliotropo, mi corazón
para el sol se volvió, campo minado
de desengaños, de flores adornado,
amores cogió; iluminó la desolación.
Y jardineras de jazmines, errantes,
llevo conmigo; mis estrellas chispean.
Lanzo anzuelos; promesas flamean.
Pesco con claveles dichas fragantes.
Rosemarie Schossig Torres