
No atribuyas a mí
esas hojas amarillas,
canas, otoño de tu jardín.
Ni me imputes el desliz
de revivir tus mancillas
y ser un estigma: cicatriz.
Yo no soy tus lástimas.
Mucho menos raíz de sinsabor…
Sáqueme del banco de los reos.
Declino ese peso en mi costado.
Cargue solito todos tus mausoleos.
¿Seré muerte, enfermedad, las recaídas?
No quiero mi nombre inmortalizado
en dedicatorias de cartas suicidas.
No llore mis lágrimas,
ni sufra con mi dolor.
Nunca seré un árbol seco plantado
en el medio de tu camino.
Cuando la última trinchera haya tocado…
Y llegue la hoja conclusiva de mi destino
No hagas de rehén a mi historia. Déjeme ir...
en el viaje que cierra cualquier guión: partir.
Rosemarie Schossig Torres
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