Abro la
puerta que da para la calle.
En el
rostro un soplo de aire frío.
Pero no
siento nada.
Las mil
palabras de mi cerebro,
eclipsan
todos los sentidos.
Un
pájaro canta en la ventana.
Pero no
oigo nada.
En
pensamiento recito mil poemas.
Mi hijo
me pide algo.
No le
contesto.
Es que
en el corazón
late un
soneto por minuto.
Palabras
son una
dulce obsesión
y el
universo:
un
puñado de versos por decir.
Rosemarie Schossig Torres
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